En 1979, Graciela Iturbide realizó una serie de fotografías de la cultura zapoteca, de la cual surgió una publicación titulada Juchitán de las mujeres. Es el resultado de diez años de trabajo, de numerosos viajes al Istmo de Tehuantepec y de un prolongado trato con sus habitantes.
Elena Poniatowska escribió el texto del libro y el 17 de septiembre de 2017, publicó en "Homenaje a Juchitán de las mujeres" aquí unos extractos:
Diez años antes, un movimiento político en el Istmo desafió a las autoridades y logró ganarle al PRI-gobierno y volverse una fuerza política de izquierda: la Cocei (...) De Estados Unidos vino a estudiar el fenómeno de la Cocei el doctor Jeffrey Rubín, de la Universidad de Harvard y vivió en Juchitán con su mujer, la médica Shoshana Sokoloff, quien en un santiamén se hizo amiga de las juchitecas porque quería aprender de las parteras oaxaqueñas expertas en alumbramientos difíciles. Shoshana quedó asombrada por el hecho de que sus solas manos y un masaje sobre el vientre de la madre volteaban al niño que venía de nalgas para que naciera de cabeza (...) Jeffrey hizo un estudio sobre la lucha social de las mujeres que hasta embarazadas han sido sacadas de su casa por la fuerza, a veces con una pistola en la cabeza, esposadas, vendados los ojos y llevadas a la cárcel por sus ideales.
Detenidas sin orden de aprehensión, sus días de cárcel las hacen más bravas. A Vicky la metieron a una celda de un metro por uno 50 con 60 cabrones, según sus propias palabras, acusada del delito de daño en propiedad ajena al pintar Cocei en las bardas.
Está cabrón, dice Vicky como quien da los buenos días. Na’Chiña perdió a su hijo Víctor Yodo, y a los 86 años nunca se dejó ir. En las manifestaciones, las mujeres levantan sus puños en alto, y ella, chiquita, temblorosa, con sus brazos secos y su cabello blanco, yergue la fotografía enmarcada de su hijo.
(...) Cuando el líder Demetrio Vallejo, oriundo de Espinal, Oaxaca, inició la gran huelga de trenes que paralizó al país en 1958, no tenía la certeza de que todos los maquinistas obedecerían la orden. En la estación, en la que los vallejistas dudaban del maquinista, las juchitecas se acostaron sobre los rieles. Ver a 25 mujeres tendidas una a lado de la otra fue para los rieleros una imagen que atesorarían de por vida. ¡Imposible defraudar a semejantes hembras!, recordó en Mogoñé Demetrio Vallejo, cuando le hicieron un gran recibimiento a los 12 años de su encarcelamiento.
Ningún hombre, mujer o niño, por muy humilde que sea, será capaz de reconocer la superioridad de un individuo perteneciente a otra clase social, escribe Miguel Covarrubias. No existe el comportamiento evasivo ni la humildad servil que caracteriza a ciertos pueblos, cuya fortaleza de carácter ha sido minada por la represión directa de una clase social.
0 Comentarios