Llegaban en montón duros y solos. Con harapos de sueño, con quijadas de vaca bramando entre sus ojos. Llegaban en montón y estaban solos. La mujer con su esposo entre las uñas. El hombre con su madre y con sus hijos nadando en su saliva y en su vientre y el niño sin saber de sus pupilas entre tanto estupor desmemoriado. Sentían, sin mirar las azoteas, las múltiples ventanas, el ovillo de luces, el camino que olvida su terrón y se vuelve oficina y puerta seca, cemento, sin sabor y policía. Llegaban desde atrás, desde ellos mismos: de la siembra quemada, del monte que se hunde hoja por hoja, madera con estruendo, piedra con llaga y diente con blasfemia y se vuelve con rabia contra el hombre y le muerde la casa y le arranca el cabello y le rompe su atrás y su delante y le llena los dedos de preguntas, de furor y preguntas degolladas. Cada uno era un grito, un terrible silencio que miraba lleno de toro y sol crucificado. Cada uno estaba solo, solo con él, sin nadie entre sus huesos. Todo lo que fue día, siembra, abrazo, lecho y fatiga, lámpara y amigo, estaba entre sus pechos destrozado.
Poema de Héctor Rojas Herazo (Tolú, 12 de agosto de 1921-Bogotá, 11 de abril de 2002) fue un poeta, novelista, pintor y periodista colombiano. En la obra de Rojas Herazo pueden encontrarse temáticas como el desarraigo, la soledad y el abandono mezcladas con una conciencia del hombre y la obra de arte en medio de la crisis moderna.
Fotografías sobre el desplazamiento forzado en Chiapas, de Jesús Hernández, fotógrafo Mexicano, coeditor en Cielo Sur.
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