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La Velación de los Chamulas | Jesús Hernández [México]


         Los Chamulas saben que ésta es su noche. La más larga. La noche antes del jueves de Corpus, en que recorren las calles y las ermitas de Suchiapa, en honor al Santísimo Sacramento del Altar. 
Los Chamulas se pintan el rostro con tizate, arcilla que han traído de las orillas del río donde se bañan o se bañaron de niños. Usan jorongos o zarapes con tejidos tsotsiles y huaraches de cuero. Se amarran una faja, llevan un palo de madera en la mano y una devoción grande en el alma. 

Los Chamulas cargan un morral, y en ellos el trago que los acompañará en todo el recorrido. En sus hombros iguanas, armadillos, conejos, caimanes, pieles disecadas o animales de peluche. Y a veces nada. Los Chamulas ofrecen velas a la ermita y ahí piden por la vida, por la lluvia y por las ánimas que recientemente se despidieron. 

Los Chamulas son alegres, pero a todos la mirada se les cristaliza cuando están frente al altar. Lloran. Danzan frente a las tumbas de sus seres queridos y hacen bromas de los que aún viven. Los chamulas bailan, ríen y también gritan jule, jule,jule desde lo hondo de su pecho. 

Los Chamulas entienden que son importantes para el costumbre de su pueblo. Son una manada de fe y esta noche saben que ésta su noche, la más larga: la Velación de los Chamulas.



















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