Hace cuatro meses llegó el niño avispa a mi familia, debido a la situación actual, los juzgados cerraron y los procesos de adopción quedaron en pausa. Él hace parte de la fundación de la cual también hacía parte mi hermano cuando lo adoptamos, fue así como recibimos la llamada en búsqueda de ayuda para recibir a un niñx en hogar de paso. Este pequeño ser humano llegó a alegrarnos la cuarentena y a iluminar nuestros días en esta época confusa y difícil, y a la vez a retarnos de maneras inesperadas y enseñarnos mucho.
Me siento agradecida por ese niño que tiene las pestañas más largas que he visto en mi vida, que casualmente se parece a mis hermanos, que le ha tocado aprender a ser independiente a sus cortos dos años, que así muchas cosas eran totalmente nuevas para el en un par de días les perdió el miedo, que se pone un pedacito de tela en la boca para sentir seguridad, que da besos y abrazos todo el día porque si. Nunca pensé que una persona de dos años me pudiera enseñar y marcar tanto.
Cada vez se acerca más la fecha de soltarlo y dejarlo ir. Quedan tan solo unos días, ese día que parecía tan lejano ya se aproxima. Comienza la nostalgia y los cuestionamientos. Me pregunto si se acordará de mi y de mi familia, todo el mundo me dice que es muy pequeño para acordarse de algo pero yo insisto en pensar que en su memoria si se quedará el amor que le dimos y los momentos que compartió con nosotros así sea de manera inconsciente. A veces me pongo a imaginar que cuando sea adulto estará caminando por la calle y le llegarán el repentinos y borrosos recuerdos de este tiempo. Cómo también, puede que no sea así y no se acuerde absolutamente de nada, la verdad no se. Lo que si se es que por lo menos en nuestros corazones y memoria siempre se quedará.
El día que me enteré de la fecha de su partida mientras dormía le cogía su manito y me preguntaba si esta relación tan cercana podía pasar a ser inexistente e insignificante en un futuro, me preguntaba en que tipo de persona se convertiría y me daba tristeza saber que no podría estar ahí para presenciarlo.
Este proyecto habla de identidad y memoria, es una mirada intima a la cuarentena en mi familia, habla sobre ese niño en representación de muchos niñxs en Colombia, ese que me está enseñado a querer de una forma nueva, a querer con una fecha limite, a querer sabiendo que tendré que soltar.
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