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La Merced: Dignidad sin regateo | Mario Olarte [México]




        El popular barrio de “la Merced” se encuentra ubicado en el centro de la Ciudad de México. Es de esos lugares que pueden darse el lujo de contar historias cualquier día. Van y vienen los estibadores abriéndose camino por milimétricos espacios, al mero estilo del “golpe avisa”, veredeando a vendedores ambulantes o “marchantes”. Ahí también están exhibidos y bien relucientes los colores de las nobles mercancías: desde el amarillo de los mangos, hasta el rojo y verde de las sandias. 

Esta historia fotográfica comenzó el día de una tragedia. Era la víspera de la nochebuena del día veinticuatro de diciembre del año dos mil diecinueve, aproximadamente habían pasado las nueve de la noche cuando las sirenas de decenas de patrullas y los gritos, corrieron con el eco del dolor. Un gran incendio iluminó la oscuridad. 

De repente, la sonrisa y la alegría de la gente que esperaba la convivencia familiar para la noche buena, se convirtió en angustia y desosiego. La madrugada fue muy larga en la nave mayor del mercado. Los sonidos tan característicos tales como el: “sí hay, ¿qué le damos? pasando por el “¿qué va a llevar marchanta?, habían cambiado por el de los gritos de los bomberos y demás voluntarios que trataban de apagar el fuego de los puestos sucumbiendo ante las llamas. 

Aquella mañana de navidad hubo desolación. Más de la cuarta parte del mercado, quedó en ruinas. La mirada de los comerciantes al encontrar sus puestos quemados irradió incredulidad y desolación.  No obstante, “la merced” nunca ha muerto. No solo sus comerciantes y habitantes habrán de lidiar con los incendios y otras tantas problemáticas, acostumbrados han estado al desdén de sus gobernantes locales: ignominia y corrupción son las dádivas desde el poder. 

Los de “la merced”, son los que revierten la adversidad, por si fuera poco, hasta en los tiempos de la pandemia provocada por el virus SARS-Cov-2 en el año 2020. No fue fácil aguantar los embates de ésta, ya sea económico, de salud o hasta cuando enfrentaron a la muerte. Muchos comerciantes tuvieron que soportar lo más que se pudiera para no tener que cerrar sus negocios a falta de compradores, hubo otros que lamentablemente no tuvieron la misma suerte y vieron sus puestos irse a la quiebra. 

Por otra parte, hablar del barrio de la Merced es hablar de una Babel y de una conjunción de culturas increíbles. Este centro comercial es el punto de encuentro de población de la república o de varias latitudes internacionales. Probablemente ahí se estableciera esa génesis tan interesante. Migrantes vinieron buscando una oportunidad para mejorar su calidad de vida, lo han sido tzeltales, tzotziles, mixes, mazahuas, otomíes, nahuas o gente de Sonora, de Guerrero, de Michoacán, de Puebla, del Estado de México, pasando por haitianos, chinos, por árabes o judíos, por citar algunos ejemplos. 

Para muchos, “la merced” es el barrio que representa el abandono social, el de las prostitutas, el de los teporochos o el de los chineros, pero para muchos otros, es el barrio que se reinventa desde abajo y que con dignidad mira hacia el alba.

















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