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Obra: Billy Norrby |
Toda relación humana puede ser ajustada con la suma indicada de dinero. -Westworld
Con la pandemia podemos imaginar muchos escenarios: sociedades colonizadas, nuevas periferias de pobreza, convergencias de sistemas, imperios de comunicación beneficiados por la crisis y que impondrán –o ya impusieron– el miedo como unidad política y económica.
Mientras “caminamos” por las arenas movedizas y expansionistas del Covid-19, su mosaico territorial colorea al país. Y en algún punto, nosotros, confinados, seguimos los acontecimientos con esos colores sobre nuestras cabezas. Hemos entregado, queramos o no, nuestros destinos a los azares del periodismo, a esos cómplices-rémoras de la política, del mesianismo de quienes representan las instituciones en México, de los encargados ahora de restablecer con sus fuerzas materiales, sociales y sobre todo: morales, al país.
El Covid-19 y su devenir de contagios es, ahora, la columna vertebral que sostiene el contexto de laxitud y autoritarismo de los gobiernos: se cooptan disidencias y no se mata al informante. Los noticieros siempre quieren ver arder el mundo. Por eso la noticia irrumpe y postula los cauces, polariza –si así se requiere– la composición de la tragedia. Ir contra lo que legitima el horror, desmantelar sus parámetros de significaciones, separar ese binomio perverso: políticos-periodismo, es tarea primordial para entender hacia dónde va la pandemia. “Pocos hombres razonan, y todos quieren decidir”, escribió en una carta Federico II de Prusia a Voltaire, en mayo de 1771.
La pandemia, además, juega al mismo tiempo otro rol: su eco en el mundo construye una idea moral del futuro, la del gusano capitalista (recargado) pudriendo la manzana que es el mundo. La supremacía por la regulación de individuos económicos y no económicos que sustituye la lucha de clases por un arbitraje mundial de intereses y cuya única ruta es apostar al crecimiento a la productividad. Aun así devaste todo a su paso.
Nada nuevo: hace años, en la estructura internacional bipolar (Unión Soviética-Estados Unidos) fue el miedo a una guerra nuclear lo que mantuvo la unidad y equilibrio de los dos campos antagonistas: socialismo contra capitalismo. Pero los modelos han liberado nuevas batallas económicas e ideológicas. Y el Covid-19 resurgió de entre esos escombros como una larga tragedia y sin precedente en costos humanos.
La lección, la más importante, creo, es que los supuestos grandes modelos de libertad, poder, democracia y contenidos no son para lidiar con la fragilidad humana.
Luis Daniel Pulido
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